Saturday, December 04, 2004

El sujeto tácito de la luz verde.

Ah, los ojos reposando del hervor son tan profundos... ven una belleza intangible que supera cualquier realidad.
Y el milagro es el siguiente:

Un Moisés musical abre el mar de gente a pura luz verde, pero sin ninguna intención de hacerlo. Al cruzar, el trayecto lo va llevando directo hacia el cielo, y allí lo espera pacíficamente una pequeña gran deidad. Abre sus brazos que brillan, y su sonrisa de repente se espeja en el rostro divino, generando una complicidad absoluta, donde cada uno sabe qué papel juega y ambos se sienten encantados del rol que les toca, en el momento indicado, en el lugar preciso, con la mueca perfecta. El dedo lo señala, lo toca con su magia cautiva, y hay como un orgasmo tácito en el aire entre los dos. Porque él sabe, y yo sé, que mi alma es otra cosa, y que su alma es la fuerza.
Quizás también sepa misteriosamente que hay una tercer alma, esa que tan a la moda está hoy en día, y eso lo hace más gustoso, hasta con cierta amistad desconocida pero, por ese momento, febril.
Gracias por semejante conexión etérea. Y por tantos sueños y sueñitos.

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