Sunday, December 12, 2004

Palabras que preguntan, preguntas que incomodan.

Digamos que la perfección es imposible, y esa es la única razón por la cual puedo entender que haya sucesos de esta índole, que llegan caminando furtivamente, y de repente se instalan con paciencia, sin hacer ruido, en un ambiente que parece ideal... hasta que deja de serlo y se transforma en la némesis del genial día, como quien dice un karma, pero menor.
O sea:

Hay una fiera muda, pero es una fiera muda que habla (¿paradoja? no, distracción) y dice sin decir que está tratando de llevarme al campo de juego que mejor le sienta para tirar el zarpazo inclemente y decepcionante. Yo escucho sin escuchar (que no se lleva bien con el decir-sin-decir) y entonces ya está: soy el zorzal de alas rotas al alcance de las garras. Empieza a rondarme, como sospechando de su victoria por un momento, para después caer en la certeza y decidirse sencilla y fugazmente a dar el golpe de gracia. Deja de rumiar la idea y la deposita, como pregunta, en medio de mi cuasi cadaver. Y ahí, como un vientito rebelde, se me mete la muerte en el fondo del estómago. Así morí.
Pero mi otra vida, la paralela, la que rehace lo que se rompe, niega. Niega para no morir, para no matar, para no reaccionar. Niega y se queda, porque es noble y sabe lo que quiere, aunque cueste negar, aunque la noche haga increible esa situación tan amarga. Entonces, ya habiendo tragado, todo "vuelve" a la normalidad, debilitada normalidad.
Sólo espero que se revitalice pronto.

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