Al ladito, nomás.

Ahí va la vida, pasando a nuestro lado todo el tiempo, y en nuestra superflua distracción la ignoramos como si fuera un ladrillo.
Entre burdos tenimientos y grandilocuentes pseudorealidades nos olvidamos de que vivir es algo más que opinar. La existencia es lo que somos, lo que hacemos, y lo que compartimos con nuestros compañeros (por plural, no por género). Ser es realizar, compartir.
El mundo tiene un talle muy grande para nuestro diminuto cuerpo, y no podemos calzarnos su traje. Es en lo contiguo donde debemos enfocarnos. Cambiar nuestra parcela ya es cambiarlo todo, sin tantas aspiraciones de enormidad.
A veces se nos pierde de vista lo importante de lo que nos rodea por mirar horizontes ajenos.
Y no es que debamos soñar en miniatura, sino no dejarnos doblegar el ánimo por misiones que no nos competen y sólo están en cartelera porque a algunos les conviene desangrar nuestro espíritu.