Monday, July 20, 2009

Hay ahí un abismo... a la izquierda, a la derecha, abajo, por todos lados abismo y aire. Una caída entera, indivisible e inevitable.
Araño lo que no puedo tocar, y me olvido de respirar por tanto pensar en caer, y en el impacto.
El suelo no se ve, el cielo está allá, lejos. La muerte deja sentir su olor, pero levemente, como algo que se avecina a paso lento y desinteresado. Y esa indiferencia corta con óxido los pellejos descendientes.
Y voy prefiriendo estropearme contra el piso, quedar de cuero liso y sin más preocupaciones, dejar que todo siga su curso fatal. Pero igual queda siempre ese esquizoide interior que lucha por luchar, y esperar con esperanza la última estocada, que quizás no sea dada, o quizás no ponga paz.

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