Thursday, October 07, 2004

Introversión a la intemperie.

Se cierran las válvulas para que el propio efecto se multiplique. Y, efectivamente, el proceso atiza los fuegos, remueve temblores azarosos, incontrolables que salen realmente desde un punto desconocido. Será la locura novedosa.
Dañada la garganta, la carretilla de Humito tambalea para llegar a destino. Cierra las percianas y el terrible infierno a estrenar se le cae encima como una mula muerta. Hay música de fondo que le pone unos pincelazos de película al rubro. Los dedos se mueven por la cara, por la boca y la nariz, dando cierto look autista. Mientras tanto, dentro del local las sensaciones son puñaladas dementes de terror y fascinación, de asombro idescriptible.
Humito, mirando de afuera, se sorprende en su consciencia protagonista viendo cómo lleva de la mano al carromato en un recorrido turístico deluxe. Suena Floyd: el cenit de la función es un hecho, la tensión se apodera del invitado. Hay tanta desesperación como sombras hay. Imágenes a repetición, posturas, cuadros, muerte, vida, palabras, colores, tristeza, fines, principios. Pero sobresale una textura que mueve todo eso, como el líquido donde flotan aquellas cosas. Y, de pronto, todo explota. Amanece por los ojos, y se escucha un aplauso final.
Clap. Clap. Clap. Telón y a rodar.

Monday, October 04, 2004

Casi casi penetrándonos...

Nos vimos por quintuagésima vez, cada día más vistosos, más enamorados. La dulzura de las bocas (quizá el sentimiento, quizá el sabor), o las pieles, o el calor.
El milagro del beso, del sueño primero, de esa melena casi blanca al viento, viento que se refugia en la boca y brota para llegar al núcleo candente, a la precisa ubicación del oro en la mina de la locura. Y luego la confusión... siempre. Esa confusión, la que me deja con ojos vidriosos, lastimados. Pero de algún modo llena el alma. Porque de la confusión, surge luego una paz orgásmica. Casi que es una penetración ¿no? El alma haciendo el amor con la vida.
Y luego... no me importa lo que viene luego. Estoy subido a ese punto infinito que brilla en el cielo.

Sunday, October 03, 2004

Protagonistas: zapatos y zapatillas.

Reina de las oscuridades libres, esa es ella. Dorada, como el rayo del sol que crispa los nervios más dulces. Amarga, como la sensación de que hay más de lo que uno mismo puede observar con estos ojos vagos. Confusa, como todo lo que se puede sostener en las propias manos del razonamiento limitado.
Ella, que invadió nuevamente mi sangre, dirige esta carrocería espectante, hace sus delicias y se filtra por mis ojos cansinos. Y la cabeza, agachada, muerta de fatiga, se concentra en las estrellas del asfalto: zapatos y zapatillas. Por doquier, de todos los modelos y colores. Esquivan pruebas y charcos. Son el fiel reflejo de un estado que poco tiene que ver con la sobriedad.
La vuelta, como siempre, fue un regio placer. Y es que no se puede ver con los mismos ojos todos los días. Uno se aburre ¿vio?

Saturday, October 02, 2004

La maldición del demonio azul.

"¿Cómo?" o "¿Por qué?", son dos de esas preguntas relámpago que surgen cuando la carne congelada de una presa fácil se convierte en la víctima del cazador de turno (en esta ocasión, un canario diabólico, como tantas otras veces, pero debut para el novato).
El tranquilo revoloteo del ave azulada se acabó a unos pasos. Quieto, con ese tono más propio de un pato, hizo la pregunta del rigor. Las almas (porque eran dos, uno más inexperto que el otro) salieron corriendo de inmediato, dejando a sangre fría cuerpo contra muerte, deslizando las ideas a tiempo para que el cruel instante no dejara secuelas ni antecedentes. Las voces, algo titubeantes, sacaron una rigidez imposible con la que estiraron el malabar que distrajo al canario. Un poco de alpiste, y perdiste. Agachó su cabeza para comer de la mano del duo dinámico, y ese fue el justo momento para que la llegada del santísimo bondi redentor salvara heroicamente a sus fieles pasajeros.
Buenas noches.
Y sí, el demonio se quedó maldiciendo por lo bajo, con moscas en los bolsillos, esperando un nuevo borrego.
Que la luna te ampare.